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El fotógrafo, ese ser curioso

Sin curiosidad no es posible hacer fotos. Bajo mi punto de vista, el afán por saber y la curiosidad por descubrir son las condiciones básicas que se necesitan para este oficio. Sin curiosidad no habría habido evolución ni invenciones, ni conocimiento. La curiosidad nos ha traído al mundo que conocemos y cómo lo conocemos. Y ser fotógrafo tiene mucho que ver con explorar, estudiar, documentar e indagar en la realidad que vivimos.

En el metro. Barcelona 2024. Marco Zouvek

 

El único secreto para hacer buenas fotos es no perder la curiosidad ni creer que se ha alcanzado un objetivo, se trata de seguir buscando.”

Ernst Haas

 

A ser fotógrafo se aprende con el tiempo, con las horas de trabajo y de experimentación. Es un proceso interior de experiencias y conocimiento que poco a poco va haciendo poso y que da como resultado una manera propia de ver y de expresar el mundo. Y en ese camino, uno se alimenta sobre todo de curiosidad.

La fotografía es una disciplina que exige rigor, inventiva, técnica y mucha espontaneidad y minuciosidad y gusto por el detalle. Puede parecer paradójico, pero es así. Es un oficio sorprendente, en el que siempre estás probando, observando y analizando el mundo, y con el ensayo y error creces día a día como profesional. Así vas creando tu modo de interpretar y vas formando tu código.

Bajo mi punto de vista, el afán por saber y la curiosidad por descubrir son las condiciones básicas que se necesitan para este oficio. Sin curiosidad no habría habido evolución ni invenciones, ni conocimiento. La curiosidad nos ha traído al mundo que conocemos y cómo lo conocemos. Ser fotógrafo tiene mucho que ver con explorar, estudiar, documentar e indagar en la realidad que vivimos y el mundo que hemos recibido. Al fotografiar se plasma un punto de vista, se experimenta con el color y la luz, pero fotografiar tiene que ver también con divertirse y con dejar un mensaje.

En este viaje de descubrimiento, los fotógrafos siempre vamos acompañados de nuestras cámaras y lentes. Seguramente algunos compañeros hacen como yo, y cada vez que pasan por una tienda de fotografía, y tienen tiempo, entran y se interesan por los nuevos modelos que salen al mercado. Sabemos que gracias a los nuevos avances tecnológicos que incorporan las nuevas cámaras podremos lograr determinadas imágenes y que algunos accesorios fotográficos nos harán la vida más fácil.

En mi caso, en mis trabajos en blanco y negro y en mis fotografías callejeras, he podido ir avanzando y acercarme a mi visión gracias sobre todo a mi cámara compacta. Con ella he podido hacer fotografías de calle que de otro modo hubiera sido imposible. Lentes y sensores cuentan mucho para ayudarnos a lograr el resultado deseado, pero sin la emoción de disparar y de curiosear no se consiguen buenas fotos. A veces es tan simple como detenerse y disparar, confiar en tu instinto. Por eso, sigue asombrándome muchas veces cuando al procesar y editar descubro detalles nuevos en la imagen, como si se tratase de mensajes subliminales que de no haber hecho la foto nunca hubiese visto.

Ya lo decía Einstein: “No tengo un talento especial. Solo soy apasionadamente curioso.”

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