Cada día constato el poder de las fotografías de comida como medio de comunicación y como influyen en nuestra vida diaria. Pero ¿cuánto tiene la fotografía lenguaje artístico? ¿Es la fotografía gastronómica un arte menor?
Primeros planos de alimentos, gentes alrededor de una mesa y escenas cotidianas de mercado; claroscuros, uso del ángulo cenital, tratamiento de las texturas fotográficas para que la imagen parezca un lienzo, fotos para decorar, para compartir en redes sociales, arte, publicidad para restaurantes…
Ese es el mundo en el que me muevo, el de las fotografías que incitan y abren el apetito. Y en eso andaban mis pensamientos cuando escuché una conversación en la mesa de al lado.
Hoy, como ayer, también nos gustan los bodegones
–»¿Con filtro o sin filtro?», le preguntaba una chica a otra antes de subir a Instagram la foto de la pizza que se iban a comer.
Era la escena de unas chicas preocupadas por si ponerle más luz o cambiar el encuadre a la foto antes de publicarla en sus redes sociales. Y pensé como en los últimos tiempos el lenguaje fotográfico se ha ido «filtrando» en las conversaciones de la calle.
Mientras las chicas seguían haciéndose fotos con todo lo que se iban a comer, sentí que hoy nos sigue interesando exactamente lo mismo que ayer.
Me vinieron a la mente los cuadros de naturalezas muertas, escenas de gente comiendo y bodegones de flores y comidas que decoraban, y aun decoran, casas y palacios de siglos pasados. Todo aquello me pareció interesante.
Pensé en las muchas fotos de comida que provoca comerse que se comparten hoy en Instagram con la etiqueta #foodporn; en las campañas de publicidad de alimentos y bebidas y en las soberbias pinturas de Caravaggio. ¿Quien no recuerda su Baco adolescente?
Está claro que hoy, como ayer, también nos gustan los bodegones.
Retratar comida y escenas de alimentos puede parecer un arte menor, pero ¿lo es?
La pintura de bodegón y de escenas cotidianas en las que aparecen alimentos siempre fueron consideradas como un género pictórico menor, siempre por detrás de los retratos y paisajes, por ejemplo. Pero precisamente era pintando esos temas como empezaban a desarrollar su talento y técnica los artistas de la época.
Las escenas de taberna, de cocina, y de naturalezas muertas fueron, por ejemplo, el tipo de pintura con el que se entrenó e hizo sus primeras obras Velázquez.
Y salvando las distancias (que nadie se vaya a llevar las manos a la cabeza), me atrevería a decir que justamente algo así pasa hoy con la fotografía gastronómica como género fotográfico.
La fotografía de alimentos se ha ido posicionando como uno de los ámbitos en los que el fotógrafo puede ser más creativo, pero también es un terreno ideal de aprendizaje y formación: para entender cómo funcionan el enfoque, la amplitud de campo, la luz, las sombras…
La comida como un vehículo transmisor de sensualidad
Aunque no hay ningún documento que explique qué reglas deben seguirse para pintar un bodegón, sí que hay algunas convenciones: crear una composición en un espacio cerrado que tenga en primer plano alimentos, flores, objetos cotidianos y a veces también personas.
Y así como para pintar un bodegón había unos códigos, para hacer una fotografía gastronómica también empezaron a establecerse unas reglas de composición, que también integraron el significado iconográfico.
Por ejemplo, la majestuosidad de un banquete siempre estará asociada al placer que proporcionan los alimentos y la bebida.
Lujuria, gula y placer protagonizan hoy algunas campañas de marcas de chocolate y de bebidas. Y el foodporn es la etiqueta más usada en las redes sociales.
Una palabra que fue mencionada por primera vez en 1984 por Rosalind Coward en su libro «Deseo femenino», y con la que se refirió a la comida como un vehículo transmisor de sensualidad y de provocación.
Siempre me ha atraído la relación que tienen los diferentes lenguajes visuales, y como se nutren unos a otros. Y la fotografía bebe directamente de la pintura.
Al fin y al cabo de ahí viene la palabra fotografiar: de foto (luz) y grafos (escribir, pintar): Fotografiar es pintar con luz.
Por eso, si te dedicas profesionalmente a la fotografía de alimentos, una de las mejores cosas en las que puedes invertir tu tiempo es en ir a museos y exposiciones.
Y ahora, volvamos a la pregunta inicial. Fotografiar alimentos y escenas de comida puede parecer un género menor, pero ¿lo es, realmente? ¿Cuánto tiene la fotografía gastronómica lenguaje artístico?
Continuará…
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