A partir de ahora la experiencia gastronómica que el público va a querer vivir va a ir más allá del deseo de experimentar un viaje de la vista al paladar. Y eso obligará a comunicar desde la honestidad, desde la verdad y, como siempre, desde las emociones. Ahora, más que nunca, el cliente exige que le cuenten la realidad, y no solo que le que le expliquen historias basadas en hechos reales.